lunes, abril 16, 2007

Soldados de Salamina

<< Nunca había estado en Dijon, y apenas cuatro horas atrás, mientras recorría en el taxi sus calles flanqueadas de edificios como cadáveres de animales prehistóricos y miraba anuncios luminosos, me había parecido una de esas importantes ciudades medievales que de noche se afantasman y sólo entonces muestran su verdadero rostro, el esqueleto podrido de su antiguo poderío; ahora, en cambio, en Roses y la Rue Devoges, llegué a la Place D’Arcy. Me pareció una de esas tristes ciudades de la provincia francesa donde los tristes maridos de Simenon cometen sus tristes crímenes, una ciudad sin alegría y sin futuro, igual que Stockton >>

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